El gran Marsé anda mosca. No está contento con las adaptaciones de sus libros. Lo curioso del caso es que después del primer fiasco, no haya escarmentado. Opciones tenía. Negarse a vender los derechos cinematográficos, protegerse mediante cláusulas del tipo «el escritor debe aprobar el guión» o colaborar en su escritura. Quizás Marsé no se ha planteado que sus novelas, como las de García Márquez y tantos otros, no suelen pivotar alrededor de una trama (trepidante) y sí sobre otros elementos como la atmósfera (es dificil hacer una peli solo de atmósfera), la memoria, los recuerdos, o la melancolía de una época pasada. Es algo que no le pasa a Galdós, pero sí a Valle («el mundo de Valle») y a tantos otros.
En la literatura española, sobre todo en la de cierto caché cultureta, suele darse una ausencia de historia en el sentido anglosajón (story). El propio Paco Umbral lo decía: «A mi la story me la mea». Predomina en la mayor parte de nuestras novelas un gusto por lo discursivo, la ambiguedad, el pensamiento interior…Perez Reverte se olvida de eso y se apunta al género de aventuras. Crea a un gran personaje, pero sus novelas carecen de tramas consistentes. Eso explica que Alejandro Dumas haya sido llevado al cine con éxito y el escritor de Cartagena no.
Marsé, que va tanto al cine, deberia saber que en Hollywood miran a los libros con lupa. Que cuando el bueno de Eastwood decide adaptar una novela, suele escoger un best seller donde predomina la acción, la trama (salvar a un condenado a muerte; encontrar al asesino de una niña, etc). Creo que un simple ejercicio de literatura comparada da las claves. Nuestra literatura tiene unas constantes (repetición de temáticas, gusto por el realismo social, ausencia de otros géneros; pequeñas historias intimistas) que suelen conducir a un gran fiasco en pantalla.
Como Marsé sigue pensando que los guionistas somos un puñado de tipos garbanceros, quizás debería convencer a algún profesional europeo o americano para que le hinque el diente a sus novelas. Seguro que allí encuentran la forma de que sus historias se transformen en un espectáculo audiovisual que reviente las taquillas. Ya sabemos que él es muy grande para tan poco país.