Desde que existe Internet, los 300 mil liberados sindicales han tenido tiempo más que suficiente para bucear aquí y allá olisqueando lo que se venía encima. Ninguno dijo nada. Ninguno levantó la mano para recordar que fabricar un coche en China sale más barato que en Sabadell. Quizás si alguien lo hubiera advertido esas factorias podrían haberse transformado hace tiempo en otra cosa. Quizás no.
En líneas generales, es evidente que un país que basa su PIB en Turismo de chancleta, construcción y automoviles lo tiene muy chungo de cara al futuro. Creo que ese campeón de las derrotas llamado Rajoy y su oponente, el mago de la chistera, deberían pararse un poco para explicarle unas cuantas cosas al personal. Por ejemplo, ¿cómo será el futuro?
Ahora se dice que el problema de España es también de formación, pero resulta que la generación mileurista es una de las más preparadas de la Historia. En mi opinión, nuestro país tiene sobre todo un problema de mentalidad emprendedora, con miles de pequeñas empresas escasas de capital. Falta también capital. Y faltan visionarios.
Vamos hacia un mundo donde la gente no querrá pagar por muchos servicios que ahora tiene. Entre otras cosas porque podrá encontrarlos por la patilla en Internet. Desde recortables para niños, libros, vídeos, consejos médicos o recetas de cocina. La estructural piramidal se resquebraja. Ya no queremos que un locutor de los 40 nos diga cuál es la música más chachi. Ni que un programador de televisión decida a qué hora emite la serie que nos gusta. El mundo del periodismo ha recibido de manera brutal ese impacto. Se han democratizado muchos bienes que antes eran escasos. Las cámaras de fotos, los programas de edición, los de música, los de diseño, los de efectos especiales… Hoy cualquiera puede probar, y un señor de Albacete puede analizar la realidad con la misma sensatez que un gurú de las ondas. El resultado: los precios de muchos productos bajarán.
El sector de las comunicaciones ha sido uno de los primeros en recibir las pedradas de esta crisis sistémica. Pero llegará un día en que otros sectores más protegidos (abogados, notarios, médicos) también las pasen canutas. Será el día en que alguien cree una gran base de datos que permita resolver dudas muy específicas on line. En definitiva, todo lo que antes era exclusivo de un grupo (el conocimiento de un fontanero, de un mecánico, de un cocinero) está ya en la red. O podrá estarlo.
La pregunta para el futuro es: ¿qué cosas querremos comprar?, ¿qué productos querremos pagar? En el mundo del espectáculo la gente vuelve a las salas y considera que merece la pena pagar por una experiencia en vivo. Funcionan los parques de atracciones, los cars, el paintball, los monólogos, los videojuegos…Seguiremos pagando por una experiencia (o por una promesa de experiencia) gastronómica, sexual, sensorial (esas vacaciones distintas a las demás). Para las industrias de entretenimiento, con millones de parados que tardarán años en volver a tener empleo será un buen momento, pero a unos precios muy bajos. En lugar de lamentarse por nuestra mala cabeza -nuestra dieta de garbanzos y cervecitas no da para más-, alguien debería imaginar ese futuro. Algunos ya lo están haciendo. Pero en los medios solo sale Belen Estebán.